El examen
El examen es una mirada normalizadora, una vigilancia que
permite calificar, clasificar y castigar. Establece sobre los individuos una
visibilidad a través de la cual se los diferencia y se los sanciona. Por ello
el examen se encuentra altamente ritualizado. El autor comienza a hablar sobre
el examen refiriéndose al estatus que este posee sobre el pensamiento y las
creencias de nuestra sociedad. Con este estatus nos referimos al poder que el
examen ha adquirido al ser considerado como una muestra del potencial de cada
individuo. Las grandes exigencias que la sociedad tiene por unas buenas
calificaciones se han ido expandiendo gracias a los requisitos pedidos en la
mayoría de las profesiones más importantes. El examen le pone un valor a los
conocimientos y saberes de cada individuo y el resultado de éste puede
significar más que solo un número o una materia aprobada, en ciertos casos, de
él puede depender el estado laboral, social o económico de la persona. La
escuela pasa a ser una especie de aparato de examen ininterrumpido que acompaña
en toda su longitud la operación de enseñanza. Se tratara en ella cada vez
menos de esos torneos en los que los alumnos confrontaban sus fuerzas y cada
vez más de una comparación perpetua de cada cual con todos, que permite a la
vez medir y sancionar. El examen se ha convertido en la herramienta más
comúnmente utilizada para evaluar los conocimientos del alumno. Por este motivo
ha obtenido tanta importancia dentro de la labor escolar. Gracias a él, no
solamente se pueden identificar los aprendizajes de cada uno sino que se
comparan con el resto de los compañeros e incluso con el resto de la región o
del país ofreciéndonos conclusiones de nuestro estatus en la sociedad. El
examen invierte la economía de la visibilidad en el ejército del poder. Con
esta frase el autor intenta explicarnos como la parte más notoria del examen no
es donde se demuestran los aprendizajes y conocimientos del alumno ni el
esfuerzo aplicado al realizarlo sino el número que se obtiene, la calificación
obtenida. Hemos aprendido que muchas veces el hecho de no obtener la mejor
calificación posible no significa que el esfuerzo haya sido nulo ni que el
individuo no posea el conocimiento que debía demostrar en el examen, por ello
es importante analizar todos los aspectos influyentes para la obtención de esa
valoración.
El examen hace entrar
también la individualidad en un campo documental. El proceso de un examen
siempre es documentado, por el profesor, por el evaluador, por aquel que se
encuentre a cargo de la función vigilante de cada uno de los individuos a
evaluar. Esta documentación es obligatoria y necesaria. Gracias a esta
documentación podemos realizar comparaciones y llevar acabo el análisis del
desarrollo o evolución que el individuo ha obtenido conforme el paso del tiempo
y el aumento de la dificultad en sus clases o labores. El examen, rodeado de
todas sus técnicas documentales, hace de cada individuo un “caso”. El examen no
tiene los mismos resultados para todos. Cada individuo obtiene su propia calificación
gracias a su propio esfuerzo individual, a sus propios saberes poseídos por el
mismo y que solo el mismo puede demostrar, de su propia forma, con su propio
estilo y es evaluado teniendo cuenta solo lo que él haya o no haya realizado.
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